viernes, 13 de noviembre de 2009

Un paseo por Londres

Eran las ocho de la mañana, cuando el pasado 1 de Julio me llevaban mis padres al aeropuerto para viajar a Londres durante dos meses.

Mientras avanzábamos en el taxi, fue inevitable oír un sinfín de consejos, esos que los padres suelen dar cuando sus hijos emprenden por primera vez un largo viaje. Algunos de ellos, tengo que reconocer, me fueron muy valiosos.

Allí, en el aeropuerto, aguardaba un amigo de la infancia con quien realizaría mi primera salida hacia el extranjero.Íbamos ilusionados en perfeccionar nuestro inglés y ¡cómo no! en vivir una inolvidable experiencia llena de aventuras.

Llegó el avión a la hora prevista y en pocas horas aterrizábamos en Londres; todo parecía un sueño: sus grandes avenidas, sus calles iluminadas por completo, y ese ir y venir de gente, que como autómatas parecían caminar hacia no sé qué sitio.

Atrás había dejado un soleado día de verano y me encontraba con un día lluvioso y frío, que me obligó a sacar el chubasquero para no calarme los huesos.

Con ayuda de la academia donde estudié y con la no menos valiosas conversaciones con tanta gente como he conocido, creo que he conseguido mejorar sensiblemente el inglés y estoy dispuesto a repetir la aventura, con tal de perfeccionarlo.

Esta experiencia vivida me ha servido de mucho, me ha ayudado a ser autosuficiente, al menos durante dos meses, a valorar el gran soporte que supone mis padres para mí, y a reconocer que en ningún otro lugar del mundo se vive mejor que en la soleada España, como allí la denominaban.

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