domingo, 13 de diciembre de 2009

Demasiados jóvenes atrapados por la anorexia



¿Se sienten a gusto todos los jóvenes con su aspecto físico? ¿No es cierto que el tener hoy unos kilos de más está proscrito? Algo de eso debe ocurrir cuando son alarmantes las noticias y artículos que a diario tratan sobre este tema. La cosa no es para menos. Y yo me pregunto ¿Habrá que buscar un culpable? ¿Tendrá mucho que ver la educación recibida por estos jóvenes? ¿Influirán en exceso sus amistades? Quizás la respuesta no va exactamente por esos derroteros, y la verdadera culpable sea la Moda, con mayúsculas, y la insistente publicidad que de ella se hace, que atrae hacia sus redes a cantidad de jóvenes inseguras que intentan emular la figura esquelética de un puñado de famosos y famosas que, también son víctimas de una trampa que a veces puede ser mortal.
Las leyes acerca del peso mínimo para desfilar por una pasarela y la talla estándar exigida son culpables de que tantas jóvenes se sientan a diario engañadas por el espejo y no vean más allá de lo que el espejismo de su enajenación le marca. Los chicos también se sienten abducidos por la moda y caen asimismo en la red de la publicidad sobre el prototipo de la masa corporal y de la musculatura hay que tener para seducir a las mujeres.
Y todo esto ocurre, pienso yo, porque se le está rindiendo demasiado culto al cuerpo, dejando en el olvido lo que, en opinión de nuestros mayores, hacían más humanas a las personas: su interior, sus buenos principios y su solidaridad con los demás. ¡Qué lejos quedan aquellos valores! Será cuestión de esperar a que vengan tiempos mejores.
Mientras eso llega, los padres no harían nada mal con inculcarles a sus hijos unos parámetros distintos para medir la valía de las personas y transmitirlas una buena dosis de autoestima para que cada día consigan quererse más a sí mismos.

Comparación de artículos

Teniendo en cuenta el contenido temático de los tres artículos propuestos para comentar (el de Arturo Pérez Reverte, Domi del Postigo y Antonio Gala), así como la extensión de los mismos, y el lenguaje utilizado en cada uno de ellos, el que más me ha impactado es, sin duda, “Enrique está solo”, cuyo autor es Domi del Postigo .
Quizás me he decantado por él, porque nos acerca a la cruda realidad cotidiana. Esa realidad en la que cuando más necesitamos de la sanidad pública, ésta nos puede dar la espalda, como le ocurrió al pobre Enrique, ese anciano, que por su aspecto y su incontinencia urinaria, fue víctima del rechazo social. Y seguro que éste, no es el único caso.
Aunque, ¡tranquilos!, no debemos ser pesimistas; hay muchos sanitarios que cumplen con su deber como verdaderos profesionales. Además, siempre habrá gente dispuesta a echarte una mano, aunque no sea fácil encontrar este tipo de personas en una sociedad tan egoísta como en la que vivimos.
En cuanto a la extensión de este artículo, pienso que es el que mejor se adapta a un artículo de opinión. Sin embargo, el de Pérez Reverte, debido quizás a su excesiva extensión, hace que el lector pueda perder el hilo sobre el tema que nos ofrece el autor. Por el contrario, el de Antonio Gala es demasiado breve.
No obstante, el artículo de Pérez Reverte también me ha llamado la atención, aunque en menor medida. Nos narra una historia de amistad digna de elogio, a la vez que nos exalta la personalidad de un cámara impasible que arriesga día a día su vida para ofrecernos noticias de la más viva actualidad. El de Antonio Gala, bien sea por su enrevesado estilo literario, que dificulta la comprensión del mismo o bien por su llamativa brevedad, no me ha resultado tan atractivo. A pesar de ello, considero que es interesante el tema tratado: la dificultad por la que está pasando el sector agrario en esta época de crisis.
Finalmente, observo un contraste entre el lenguaje utilizado en los artículos de Pérez Reverte y de Domi del Postigo, frente al empleado por Antonio Gala. La diferencia es que, mientras que en los dos primeros se refleja un lenguaje coloquial, próximo a la expresión vulgar, o al uso descuidado del lenguaje entre “colegas”, el de Gala, para no variar, emplea un lenguaje más elaborado, propio del nivel culto de la lengua. Por este motivo, además de ser menos atrayente para el lector, dificulta enormemente la comprensión del contenido.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Prólogo de Juan Cacho o un cacho de Juan

Esta apasionante novela nos adentra en la realidad de nuestro día a día, presentándonos personajes que se nos antojan familiares y cotidianos, como es el caso de nuestro protagonista, Juan Cacho, un joven licenciado en matemáticas, con expectativas laborales frustradas.
Mientras vas conociendo los entrañables personajes de la historia, el escritor te invita a perderte por las calles de Málaga envolviéndote con experiencias que están a la orden del día en nuestros tiempos.
Libro fácil de leer, fácil de entender y difícil de dejar a alguien indiferente que nos adentra en un mundo de frustraciones, intrigas, personajes siniestros (que aparentan ser quienes no son en realidad) y muerte.
Pero ala vez, este libro deja la puerta abierta a la ilusión de enamorarse, de desenmascarar verdades, de darle a la vida una oportunidad, pues qué es la vida sino una gran oportunidad...

Resumen de Juan Cacho o un cacho de Juan

El libro nos cuenta las vivencias veraniegas de Juan Cacho, un joven malagueño treintañero, soltero, que vive en un barrio de clase media, licenciado en matemáticas, pero cuyo título sólo le sirve para dar clases en una academia de verano cercana a su casa, llamada la Milagrosa, cuyo tacaño director es Jaime Calahorra, que le paga unos miserables euros.
Con frecuencia, se reúne en el bar de debajo de su casa “Dos tercios del quinto” con su mejor amigo Vicente “El dedos”, llamado así por su afición a codiciar a las carteras ajenas.
Juan da clases particulares a Ángel, vecino y gran amigo, a pesar de que le dobla en edad, al cual aconseja en distintos aspectos de la vida, sobre todo en el de las mujeres. Nieves, la hermana de Ángel, treintañera y soltera como Juan, mantiene una estrecha relación de amistad con éste, del cual está enamorada.
Algo que no se esperaba Juan Cacho es que se iba a enamorar profundamente de una de sus alumnas de la academia, Amparo, a la cual le sacaba unos doce años.
Pronto, las cosas cambiarían drásticamente, y toda la historia de este libro se convertiría en un puzle difícil de resolver.
Juan vivía en un bloque de vecinos cuyo presidente, Odón Camuñas, hombre de pocos sentimientos, que fue incluso capaz de envenenar a Remedios, su propia esposa, delante de los asistentes a la reunión vecinal, haciendo ver que fue una muerte natural.
Ese mismo día, Juan, que era muy cotilla, se encontró de casualidad unas revistas porno y tres cintas de video detrás de unos libros del despacho de Camuñas. Sintió curiosidad por descubrir que imágenes ocultaba. Cuál sería su sorpresa al descubrir que en ellas aparecían grabadas escenas eróticas protagonizadas por él mismo con muchas mujeres, entre ellas Amparo.
Nieves, Vicente y el propio Juan se pusieron mano a la obra para intentar profundizar en el este caso tan intrigante. Así que, cierto día que Juan estaba en la academia, en el despacho de Jaime Calahorra, se puso a escudriñar sus cajones, y en uno de ellos encontró unos cedés; en los que descubrió que había una infinidad de carpetas con contenido erótico también. En ellos también había grabaciones ocultas de los servicios de mujeres.
Todo empezaba a tener cierto sentido, pero todavía quedaba por unir unas cuantas piezas para finalizar el “puzle”. Juan, Nieves y Vicente estaban intrigados en saber si todo esto que estaba ocurriendo tendría algo que ver con la muerte repentina de la mujer del presidente e intentaron descubrir qué era lo que pasaba aquí.
Al final, Juan descubrió la verdadera causa de la muerte de Remedios: su propio marido, como antes reflejado, había sido el asesino. Todo el barrio se enteró de lo sucedido. Juan era halagado allá por donde iba. Finalmente, Juan Cacho y Nieves tendrán una cita, y nos podemos imaginar su final.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Un paseo por Londres

Eran las ocho de la mañana, cuando el pasado 1 de Julio me llevaban mis padres al aeropuerto para viajar a Londres durante dos meses.

Mientras avanzábamos en el taxi, fue inevitable oír un sinfín de consejos, esos que los padres suelen dar cuando sus hijos emprenden por primera vez un largo viaje. Algunos de ellos, tengo que reconocer, me fueron muy valiosos.

Allí, en el aeropuerto, aguardaba un amigo de la infancia con quien realizaría mi primera salida hacia el extranjero.Íbamos ilusionados en perfeccionar nuestro inglés y ¡cómo no! en vivir una inolvidable experiencia llena de aventuras.

Llegó el avión a la hora prevista y en pocas horas aterrizábamos en Londres; todo parecía un sueño: sus grandes avenidas, sus calles iluminadas por completo, y ese ir y venir de gente, que como autómatas parecían caminar hacia no sé qué sitio.

Atrás había dejado un soleado día de verano y me encontraba con un día lluvioso y frío, que me obligó a sacar el chubasquero para no calarme los huesos.

Con ayuda de la academia donde estudié y con la no menos valiosas conversaciones con tanta gente como he conocido, creo que he conseguido mejorar sensiblemente el inglés y estoy dispuesto a repetir la aventura, con tal de perfeccionarlo.

Esta experiencia vivida me ha servido de mucho, me ha ayudado a ser autosuficiente, al menos durante dos meses, a valorar el gran soporte que supone mis padres para mí, y a reconocer que en ningún otro lugar del mundo se vive mejor que en la soleada España, como allí la denominaban.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Texto corregido

Un hombre, al que se le perdió su hija india, no sabía si la habían secuestrado o había sido su mujer. La desesperación era grandísima. Al final, la encontraron muerta en un desván.